Por Romina Castro

«La performance es el arte del aquí y el ahora; si no estás, te lo pierdes»
Marina Abramović

¿Que es una performance?
Es una actividad efímera en un tiempo, momento y lugar determinado. Lo que se genera en ese instante, es irrepetible.

El espectador será interpelado pudiendo ser partícipe activo o no de la obra, pero algo es indiscutible: lo que presencie no le será indiferente. La experiencia de lo vivido y las diferentes sensaciones que suscita la performance, cambiará al espectador de manera tal que, una vez finalizada, él no será el mismo.

Sin duda, la primera artista que nos viene a la mente es Marina Abramović . Y si bien sus obras siempre dieron que hablar, nos centraremos en una en particular para ejemplificar lo dicho anteriormente y, sobre todo, introducirnos al tema que abordaremos en cuestión: el poder del cuerpo femenino como denuncia.

Rhythm 0, 1974.

En 1974 la artista serbia presenta su performance “Rhythm 0” en Nápoles. En la sala había un cartel que decía: «… hay setenta y dos utensilios que pueden usarse sobre mí como se quiera. Yo soy el objeto».

Los elementos iban desde perfumes, vinos y flores hasta objetos cortantes y un arma cargada. En total, sumaban más de 70. De este modo, Marina se presta a la cosificación de su cuerpo. Durante las primeras horas, todo transcurre normalmente. Sin embargo, la performance deriva en una escalada violenta de abusos ante la inacción de la artista. El público pasó a agredirla, cortarla, desnudarla y humillarla. Incluso, había hombres que la tocaban mientras que otros clavaron un cuchillo en el medio de sus piernas abiertas.

¿Hubiese sido lo mismo si se trataba de un hombre en lugar de una artista mujer? ¿Es esta una situación aislada o representa las relaciones de poder dentro de la sociedad?

Rhythm 0, 1974.

«Lo que aprendí fue que, si dejas que el público decida, te pueden matar…… una persona me apuntó a la cabeza con la pistola… Me sentí violada”.
– Marina Abramović

En la actualidad una de las artistas más conocidas relacionadas con las problemática de género es Regina Galindo, poeta y performer guatemalteca. Ella utiliza su cuerpo como lienzo sobre el cual se articula su concepto y, de este modo, se presenta como una plataforma para la denuncia social.

Podemos decir que, en cada acto, Regina muere, sufre, y es humillada tal como ocurre con cada mujer asesinada a manos de la violencia patriarcal.

En ese instante efímero, su cuerpo no es más de ella, no le pertenece más. Exactamente como ocurrió con Marina durante esas 6 horas. Esta situación resulta en una metáfora de cada femicidio, donde quien lo comete hace lo que quiere con el cuerpo de la mujer.

Perra, 2005

En el 2005 esta artista realiza la obra “PERRA” donde se escribe con un cuchillo en la pierna esta palabra a modo de denuncia por las miles de mujeres que aparecen muertas y torturadas en Guatemala con estos mensajes.

Pero, ¿qué es lo que nos incomoda ante una performance de tal magnitud? ¿Es el realismo? ¿Es necesario?

 “…Para mí, la mirada compasiva desde afuera, unida al convencimiento de no tener nada que ver con todo aquello, es una posición pasiva y en última instancia ineficaz. Hay que activar a los espectadores, hay que hacer que se sientan involucrados, que se enfrenten a algo que conocen y que a menudo callan.”

– Regina Galindo –

De esta manera, el espectador es testigo de humillaciones y violencia que padecen las mujeres día a día. Estar ante eso incomoda. Incomoda porque es una realidad que se escenifica en el cuerpo de la artista.

En “(279)GOLPES”, ella recibe un azote por cada mujer asesinada dentro de una cámara a la cual el público no tiene acceso. El sonido es amplificado provocando aún más la impotencia de no poder protegerla.

Presencia, 2017. Madrid.

En “PRESENCIA”, la artista dice que no quiere ponerse en los zapatos de otros sino en los vestidos de otras. Así es como usa 13 vestidos de víctimas de femicidios. No usa los zapatos como aquellos zapatos rojos de las instalaciones de Elina Chauvet (los zapatos que sirven para identificar a las víctimas). Ella prefiere revivirlas en su cuerpo, invocarlas. Esta obra se fue trasladando a lo largo de distintos países y adaptándose a los distintos casos emblemáticos de cada uno. En Madrid, esta performance terminó en un abrazo espontáneo del público femenino junto a ella.

Regina es una de las tantas que visibiliza y denuncia lo que no vemos o, más bien, lo que no queremos ver. Utiliza su cuerpo para mostrar lo que suele suceder puertas adentro.

Quizás se pregunten como terminó la performance de Marina Abramovic. Lo que sucedió fue que, una vez finalizada esas 6 horas, la artista comenzó a caminar desnuda y con heridas ante todos los presentes. Nadie la ayudó ni atinó a dirigirle la palabra, huían ante el despertar de ese letargo impuesto por ella misma. Ahora Marina era una mujer que accionaba, confrontaba y hablaba, y eso es algo que a muchos aterroriza.