Por Cecilia Hoyos Hattori

Muchas veces durante el recorrido universitario resulta necesario presentar trabajos escritos. Este tipo de trabajos tienen ciertas características determinadas, como a quién van dirigidos, un estilo de escritura con reglas establecidas, un objetivo y una estructura; lo que determina que se los pueda considerar, de acuerdo con Mijaíl Bajtín un género discursivo (1989: 248-255). A continuación, se presentan, definen y explican algunas de esas características.

La estructura

Con respecto a la estructura de un trabajo escrito, las tres partes principales son la introducción, el desarrollo y la conclusión. La introducción presenta el tema, pone al lector en contexto, es decir, de qué se va a hablar, dónde y cuándo sucedió, cómo es (el trabajo en este caso) y por qué es de esa manera. No es necesario hacer una detallada descripción del trabajo en este caso, sino que con dos o tres oraciones que cuenten brevemente cuál es la obra de la que se va a hablar es suficiente. También se pueden introducir los autores y conceptos que se van a desarrollar más adelante.

Durante el desarrollo del trabajo, se pueden establecer cruces entre diferentes conceptos del mismo autor o diferentes autores, o trabajar conceptos aislados; y relacionarlos, en cualquiera de los casos, con el trabajo realizado en el taller. Para expresar un concepto de un autor se pueden utilizar citas textuales o discurso indirecto, pero es importante tener en cuenta que siempre debe prevalecer la voz propia, es decir, la explicación del concepto, más allá de la cita, y de la razón por la que se introduce un autor determinado.

La conclusión es la parte final del texto, debe desprenderse del desarrollo, y no debe incluir conceptos, autores, ni obras que no hayan sido mencionados anteriormente.

El objetivo

El objetivo de este escrito en particular es “realizar un análisis conceptual de una obra propia, del trabajo realizado en el taller”, a través de las miradas de los autores que pertenecen a la bibliografía. La idea de realizar un análisis se refiere a poder apropiarse de los conceptos que desarrollan estos autores y poder aplicarlos para pensar el trabajo realizado. En la consigna se presentan conceptos tales como “engaño a la máquina”, “caja negra”, “pantalla”, “medios expandidos”, entre otros, que pueden contribuir al análisis de una obra determinada. Para analizar cada obra / trabajo práctico pueden resultar más o menos útiles algunos conceptos que otros, lo que resultará en la selección de ideas que resulten pertinentes.

Para lograr este objetivo, resultan necesarias ciertas características en el estilo de escritura, que contribuyen a la transmisión de un mensaje claro.

El estilo de escritura

La claridad en la expresión, es decir, la capacidad de transmitir un mensaje de una manera transparente, de modo que el lector entienda lo que se quiso manifestar, es uno de los rasgos fundamentales de este tipo de texto. Se recomienda evitar construcciones demasiado complejas, de subordinadas dentro de otras subordinadas, con aposiciones larguísimas. Las oraciones pueden ser cortas y simples.

Por ejemplo, la siguiente oración: “Con la aparición del cine aparece una maquinaria de representación, donde es necesario contar con la máquina que la reproduce para poder ver la imagen, que resulta doblemente inmaterial primero como imagen proyectada, y luego como imagen representada; y que no existe sino que es algo creada por nuestra mente ya que el movimiento que aparece con el cine no existe en realidad sino que es una sucesión de fotogramas que dan la idea de movimiento”. En este caso, se puede ver que la extensión de la oración y los errores de puntuación generan dificultad en la lectura. Otra opción para expresar las mismas ideas puede ser, por ejemplo “Con el nacimiento del cine surge un dispositivo de representación. Para la visualización de la imagen se requiere necesariamente del uso de una máquina. La imagen resulta doblemente inmaterial porque…” En esta segunda construcción las ideas son más claras porque las oraciones son más cortas, la lectura resulta mucho más sencilla.

El registro

El contexto académico supone un registro de escritura formal. 

Es importante no opinar, el trabajo académico no es una encuesta, no apunta a la expresión de qué falló o qué podría haber quedado mejor en un trabajo, sus fallas, o cuáles son los gustos de quien escribe. En este sentido, resulta fundamental evitar la primera persona del singular (“Creo que….”, “Un concepto que me llamó la atención…”, “Personalmente entiendo que…”) y la adjetivación sin justificación. Por ejemplo, “es interesante lo que dice…”, sin ningún agregado, no aporta nada a ningún análisis. Sí puede resultar relevante si se explica ¿por qué es interesante? ¿en relación con qué?

A su vez, también se deben evitar frases coloquiales, propias del habla, de la oralidad, de la informalidad, como “por así decir”, “algo así” o “hay un ida y vuelta”, que no pertenecen al estilo de escritura del género. La frase “Es cuando…” no es la manera correcta de comenzar una definición.

Algunas normas gramaticales a tener en cuenta

Los gerundios

Se recomienda evitar los gerundios (o usarlos únicamente cuando se está seguro de usarlos correctamente). 

¿Qué es un gerundio? Un gerundio es un verboide. Un verboide es una forma del verbo, que no tiene persona, número ni tiempo. En general, termina en -ando o -iendo. Por ejemplo: “caminando”, “diciendo”, “saliendo”, “apoyando”.

¿Para qué se usa el gerundio? Para indicar que una acción sucede simultáneamente a otra. Por ejemplo, “entró llorando” quiere decir que la persona que realizó la acción (sujeto) entró y mientras entraba, lloraba. Es decir, que las acciones “entrar” y “llorar” sucedieron al mismo tiempo. El gerundio es adverbial, esto quiere decir que tiene las características de un adverbio. Principalmente, se utiliza para describir acciones, adjetivos, y otros adverbios. Nunca para describir un sustantivo, lo que constituye un error muy habitual. (Las excepciones que existen al respecto, de acuerdo con la Real Academia Española son los verbos “arder” y “hervir”, es decir que sí es correcto decir “el agua hirviendo” o “el fuego ardiendo”).

Para más información al respecto se puede consultar el siguiente artículo de la Fundéu:

https://www.fundeu.es/noticia/el-gerundio-6119/

Las citas

Muchas veces cuando escribimos un trabajo, necesitamos incluir otras voces: dichos de autores que utilizamos para explicar mejor lo que queremos decir, para ejemplificar, para sustentar nuestras opiniones, etc. En primer lugar, se debe tener en cuenta que cada vez que introducimos una voz ajena a un trabajo propio, debemos citarla. Es decir, expresar claramente quién es el autor de esa cita, la fuente. Por otra parte, también debemos explicitar por qué estamos citando, a qué viene esa referencia, explicar con nuestras propias palabras qué queremos tomar de esa cita. Es un error muy común creer que las citas se “autoexplican”, incluir una cita seguida de otra sin una explicación por parte de quien escribe el texto. Cada palabra ajena, diferente a la propia, debe tener una explicación por parte del autor que justifique su presencia.

¿Cómo se debe introducir otras voces en nuestros escritos? Existen varias formas de citar, pero la más común es la conocida por la sigla APA (American Psychology Association). Se trata básicamente de un orden establecido y reconocido por escritores y lectores. Se puede descargar la guía para saber cómo citar de acuerdo con las normas APA acá.

Concordancia

Al expresarse en un texto académico se debe prestar atención a los detalles y a la concordancia entre sujeto y verbo, y entre el adjetivo y sustantivo. Por ejemplo, un error muy común es decir o escribir “primer clase”, “primer semana” o “primer experiencia”. En estos casos, se trata de un problema de concordancia entre el género del sustantivo (femenino) y el del adjetivo (masculino). Las frases correctas son “primera clase”, “primera semana” y “primera experiencia”. El adjetivo “primer” corresponde al masculino, por lo que debe utilizarse únicamente con sustantivos masculinos (“primer día”, “primer caso”, “primer suceso”).

Lo mismo sucede en algunos casos con la concordancia del verbo y el sustantivo en cuanto al número (singular o plural). Es muy común también leer o escuchar frases como “le dije a Juan y Martín que…” o, en un registro más formal “…de esta manera se explica el concepto de maquinismo y el concepto de humanismo”, cuando lo correcto es decir “les dije…” y “se explican”.

Evitar el condicional

El condicional es una forma verbal que implica que hay una condición para que se cumpla una segunda acción. En general se forma de dos partes, la condición y la consecuencia. Por ejemplo en la oración: “Si tuviera el dinero, haría un largo viaje”, la primera parte es la condición de la segunda, la acción de viajar está condicionada por otra, y en este caso sí se utiliza el condicional. Es incorrecto utilizar “sería”, “díría” para afirmar ideas en un trabajo académico.

Tildación, ortografía y puntuación

Otro error común es no prestar atención a los detalles. El descuido de la tildación, de la ortografía y de la puntuación muchas veces dificultan la lectura, y pueden llegar a modificar el sentido. Eso ocurre, por ejemplo, en el siguiente caso:

Si surgen dudas durante la escritura, siempre se puede consultar un diccionario (http://www.rae.es/) o la bibliografía que se encuentra debajo.

Referencias bibliográficas

  • Bajtín, M. (1989) “El problema de los géneros discursivos” en Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI.

Bibliografía

  • Bajtín, M. (1989) Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI.
  • Eco, U. (2001) Cómo se hace una tesis. Barcelona: Gedisa.
  • Real Academia Española (2010) Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Calpe.